jueves, 29 de enero de 2009

Entonces, ¿guardo el cordón umbilical de mi hija, o lo tiro?


Ayer se publicó en El País un artículo de Jaime Prats con el título "El negocio de las células corre más que la ciencia" y el siguiente subtítulo: "El señuelo: el futuro avance de la medicina - La realidad: bancos privados de grasa, dientes de leche o sangre de dudosa utilidad".

Según parece, hasta el día de ayer, al menos, la evidencia científica disponible únicamente permite confiar, a medio plazo, en las aplicaciones terapéuticas de las células madre procedentes del cordón umbilical (no de las células madre "adultas" procedentes de los dientes de leche, o de la grasa extraída por liposucción). No obstante, estas aplicaciones terapéuticas se limitan, por el momento, al tratamiento de personas con algunas enfermedades de la médula ósea, como la leucemia, pero, además, en estos casos, "las células madre se emplean para curar médulas ajenas y muy raramente propias". De hecho, parece que la tendencia de la investigación aplicada actual apunta hacia otra dirección: "Se trata de la técnica que hace un año ha revolucionado la medicina regenerativa. Este procedimiento consiste en reprogramar células adultas para transformarlas en células madre que se comportan como embrionarias".

Según concluye Jaime Prats en su artículo, "El negocio de las células madre corre más deprisa que los avances científicos [...], no es extraño observar en páginas web de algunos bancos de células madre privados medias verdades o argumentos confusos e imprecisos amparados en la ilusión que despierta la medicina regenerativa".

Entonces, ¿debería o no debería guardar el cordón umbilical de mi futura hija?
La respuesta no es definitiva, todavía, aunque lo que se sabe actualmente acerca de la utilidad de esta práctica nos dice que quizás no valga la pena, o, al menos, lo que sí está claro es que no parece tan fantástico como hacen creer las múltiples empresas que en los últimos años están haciendo negocio con este tema, aprovechándose de la ilusión de las familias por asegurar un mejor futuro y una mejor salud a sus hijos.

La ingeniería genética es una gran invención del ser humano y una conquista de la investigación científica, pero precisamente por su trascendencia, por abordar el origen biológico (la esencia genética) de los seres vivos, es preciso ser prudentes y no contentarnos con conclusiones precipitadas, pues si nos equivocamos las consecuencias pueden llegar a ser trágicas (a nivel de salud, a nivel económico, etc.). Por ejemplo, ¿te comerías un alimento transgénico?

La ciencia no sólo se hace preguntas y avanza posibles respuestas, sino que también se replantea la pertinencia de esas preguntas y de esas respuestas una y otra vez, con objeto de replicar hallazgos previos y acumular evidencia empírica que fundamente nuestro conocimiento de las cosas y de la vida.

La sociedad de consumo en la que vivimos es también una sociedad embelesada con los impresionantes avances de la ciencia y de la tecnología de nuestro tiempo, lo que, al final, nos genera una tendencia a consumir productos presuntamente científicos, en ocasiones, con una "fe" ciega, por simple inercia o consumismo.

Los avances científicos son como una piscina en verano, atractivos, y conviene acercarse a ellos para valorar si nos pueden ayudar a mejorar nuestro bienestar y calidad de vida (no hay nada como un buen baño fresquito cuando arrecia el calor), pero no conviene lanzarse de cabeza hacia ellos sin más, pues podemos descubrir (tarde) que la piscina estaba vacía. Por ejemplo, ante los últimos avances acerca de la posibilidad de analizar y escudriñar el código genético de cada uno, Steven Pinker advierte lo siguiente: "Como en los primeros tiempos de internet, el amanecer de la genómica personal promete beneficios y dificultades que nadie puede prever [...] Se abre un nicho para que empresas sin escrúpulos aterroricen a los hipocondríacos convirtiendo las probabilidades dudosas en Genes de la Muerte" (Steven Pinker, 2009)

Bueno, para cerrar esta reflexión, y volviendo al tema de almacenar o no las células madre, estas son algunas declaraciones de expertos en la investigación sobre células madre, recogidas en el citado artículo:

"Siempre que me preguntan, respondo que no creo necesario guardar las células del cordón. Hace poco he tenido un nieto y no hemos guardado sus células"
José López Barneo
Director del Instituto de Biomedicina de Sevilla

"Si puedo pagarlo, ¿por qué no hacerlo? Es cierto que ahora mismo no hay evidencias claras de que puedan servir estas células, pero nunca se sabe. Hay que estar siempre abierto a la ciencia"
Juan Carlos Izpisúa
Director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona

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