Según un reciente estudio de neuroimagen del cerebro, cuando una persona piensa en Dios activa las mismas áreas cerebrales (agrupadas por el área denominada "precuneus") que si pensase en otra persona, especialmente aquellas zonas implicadas en la empatía y en descifrar las intenciones y los pensamientos de los demás ("teoría de la mente"), también asociada con la imaginación y la gestión de situaciones socialmente complejas. También activamos áreas cerebrales relacionadas con la visualización cuando pensamos en Dios, del mismo modo que cuando pensamos en nosotros mismos.
Asimismo, este estudio muestra que las creencias religiosas producen reacciones emocionales en el cerebro. De modo que, por ejemplo, para un creyente, la expresión "No existe ningún ser superior" genera una reacción emocional negativa. Y, para un ateo, esta misma reacción emocional negativa se produce cuando se encuentra ante la expresión contraria, es decir, ante la expresión "Dios existe". En fin, que lo que ya sabíamos que ocurre a nivel psicológico, se empieza a observar a nivel "físico" en el órgano de la mente: el cerebro.
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