viernes, 21 de noviembre de 2008

La libertad (Einstein, 1953)

La libertad (Einstein, 1953)
Ensayo extraído del libro “Mis creencias”, de Albert Einstein.
Fuente: http://www.elaleph.com
Libro completo en: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/85.pdf

Sé que es tarea difícil discutir sobre juicios fundamentales de valor.
Si, por ejemplo, alguien aprueba, como fin, la erradicación del
género humano de la tierra, es imposible refutar ese punto de vista
desde bases racionales. Si, en cambio, hay acuerdo sobre determinados
objetivos y valores se puede argüir con razón en cuanto a los medios
por los cuales pueden alcanzarse estos propósitos. Señalemos, entonces,
dos objetivos sobre los cuales tal vez estén de acuerdo quienes
lean estas líneas.
1. Los bienes esenciales destinados a sustentar la vida y la salud
de todos los seres humanos, deberían producirse con el mínimo esfuerzo
posible.
2. La satisfacción de las necesidades físicas es por supuesto la
condición previa indispensable para una existencia decorosa, si bien no
es suficiente por sí sola. Para que los hombres se muestren satisfechos
deben tener también la posibilidad de desarrollar su capacidad intelectual
y artística según sus características y condiciones personales.
El primero dé estos fines exige la difusión de todos los conocimientos
relacionados con las leyes de la naturaleza y de los procesos
sociales, esto es, el impulso de todas las investigaciones científicas. La
tarea científica resulta; por cierto, un conjunto natural, cuyas partes se
apoyan mutuamente, de tal manera que nadie puede prever, en efecto.
No obstante, el progreso de la ciencia exige que sea posible la difusión
sin restricciones de opiniones y consecuencias: libertad de expresión y
de enseñanza en todos los ámbitos de la actividad intelectual. Por libertad
debo suponer condiciones sociales de tal índole que el individuo
que exponga sus modos de ver y las afirmaciones respecto a cuestiones
científicas, de tipo general y particular, no enfrente por ello graves
riesgos. Esta libertad de expresión es indispensable para el desarrollo y
crecimiento de los conocimientos científicos, un detalle de decisiva
importancia práctica. En primer término, debe garantizarla la ley. Mas
las leyes solas no logran asegurar la libertad de expresión; a fin de que
el hombre pueda exponer sus opiniones sin riesgos serios debe existir
el espíritu de tolerancia en toda sociedad. Un ideal de libertad externa
como éste jamás se logrará plenamente, aunque debe persistirse en él
con empeño si queremos que el pensamiento científico avance sin
tregua, lo mismo que el pensamiento filosófico y creador en general.
Para lograr el segundo objetivo, o sea que resulte posible el desarrollo
espiritual de todos los individuos, es necesario un segundo género
de libertad exterior. El individuo no ha de verse obligado a trabajar
tanto para cubrir sus necesidades vitales que no le quede tiempo ni
fuerzas para sus actividades personales. Sin este segundo tipo de libertad
externa, no servirá de nada la libertad de expresión. El progreso
tecnológico tornaría posible esta forma de libertad si se alcanzase una
división racional del trabajo.
La evolución de la ciencia y de las actividades creadoras del espíritu
en general, reclama otro modo de libertad que puede calificarse de
libertad interior. Esa libertad de espíritu consiste en pensar con independencia
sobre las limitaciones y los prejuicios autoritarios y sociales
así como frente a la rutina antifilosófica y el hábito embrutecedor del
ambiente. Esta libertad interior es un raro privilegio de la naturaleza y
un propósito digno para el individuo. Empero, la comunidad puede
realizar también mucha labor de estímulo en este sentido, por lo menos
al no poner trabas a la labor intelectual. Las escuelas y los sistemas de
enseñanza obstaculizan a veces el desarrollo de la libertad interior con
influencias autoritarias o cuando imponen a los jóvenes cargas espirituales
excesivas; las instituciones de enseñanza pueden, por otra parte,
favorecer esta libertad si fomentan el pensamiento independiente. Únicamente
si se prosigue con constancia y conciencia la libertad interior
y la libertad externa es posible el progreso espiritual y el conocimiento
y así mejorar la vida general del hombre en todos sus aspectos.
FIN.

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